Antonio Stradivari (1644-1737), más
conocido por la forma latinizada de su nombre, Stradivarius, fue un lutier y
artesano italiano que construyó hace unos 300 años, en la localidad italiana de
Cremona, instrumentos musicales de cuerda absolutamente únicos y reconocidos
mundialmente. El más famoso fue el violín. Nadie ha conseguido igualar su
sonido. Por uno de ellos se pagan cantidades astronómicas. Pero ¿dónde está el
secreto de su sonido que los hace realmente excepcionales?
ELPAIS
Hay varias hipótesis, pero la principal
es el clima. La madera que utilizó para fabricar estos instrumentos (arce y
abeto) fue talada de árboles que crecieron en un periodo de frío extremo en
Europa conocido como el mínimo de Maunder, que coincide con la parte
más fría de la llamada Pequeña Edad de Hielo o Glacial (PEG, siglos XIV-XIX).
La causa de estas bajas temperaturas entre los años 1645 y 1715 fue la mínima
actividad que presentó el Sol por la casi desaparición de sus manchas solares.
Los inviernos eran tan duros que, por ejemplo, el Támesis se congelaba (también
el Ebro lo hizo en siete ocasiones, e incluso el Turia).
Estas bajas temperaturas afectaron al
crecimiento de los árboles, haciendo que la distancia entre sus anillos fuera
más pequeña y estuvieran más juntos; es decir, una madera mucho más densa de lo
normal que haría más fuertes a los violines. Aquí es donde puede residir uno de
los secretos de la singularidad del timbre de estos instrumentos. Lógicamente,
también hay que reconocer la maestría de su creador, y un elemento más: la
fórmula de su enigmático barniz. De todos los componentes que se han
identificado en su especial composición todavía hay uno que se desconoce.
Imagem: Violín Stradivarius de
1713. / Cristóbal Manue
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