Los
fósiles de Dmanisi, en Georgia, tienen 1,8 millones de años
Alicia
Rivera Madrid
ELPAÍS
Un cráneo
humano de hace 1,8 millones de años y estupendamente conservado emerge hoy a la
luz oficialmente para entrar directo a la historia de la paleontología. Ha sido
hallado en Dmanisi, Georgia, un yacimiento en el que se han ido desenterrando
en las últimas dos décadas los fósiles de los hasta ahora más antiguos
homínidos fuera de África. Es un cráneo de hombre adulto, con un cerebro
pequeño, muy primitivo, arcos protuberantes en la frente, una mandíbula grande
con buenos dientes y voluminosos músculos de masticación; el individuo sería de
baja estatura pero su cuerpo tendría ya las proporciones del hombre moderno,
con piernas largas y brazos cortos. Sufría artritis en la mandíbula y tiene una
zona fracturada y curada, quien sabe si de un accidente o de una pelea. Los
científicos, tras cinco años de estudio exhaustivo del cráneo, el número 5 de
Dmanisi y aún sin apodo para reconocerle fácilmente, dicen que es una forma muy
primitiva de los primeros Homo, de la misma especie que los encontrados en África
de hace poco más de dos millones de años. Algunos respetados paleontólogos que
lo han visto lo califican ya de "fósil icono". Por su edad (casi el
doble de años, por ejemplo, que los individuos más antiguos de Atapuerca) y sus
características, el número 5 de Dmanisi se sitúa justo en el torbellino del
debate sobre el origen evolutivo del género Homo.
Los
autores del descubrimiento, liderados por David Lordkipanidze, afirman que es
el primer cráneo del mundo hasta ahora completamente conservado de un homínido
adulto de tal antigüedad, esos 1,8 millones de años, lo que demuestra que los
primeros Homo se dispersaron fuera del continente africano poco después (en
tiempos paleontológicos) de su surgimiento y que las hasta ahora clasificadas
como diferentes especies humanas de ese período son, en realidad, una sola.
"Es un espécimen fantástico, genial, no importa cómo lo clasifiques, este
cráneo y otros de Dmanisi están entre los mejores testimonios que tenemos
acerca de cómo, dónde, cuándo y por qué evolucionaron los humanos", resume
el paleoantropólogo estadounidense Tim White en un comentario en la revista Science,
donde se da a conocer el cráneo.
Ilustración
del individuo del cráneo número 5 de Dmanisi. / j.h. matternes
Dmanisi
es una pequeña población medieval situada en lo alto de una colina a 80
kilómetros de la capital georgiana, Tbilisi. "Hace 30 años, durante una
excavación, se descubrieron unos sedimentos que contenían huesos de animales:
después aparecieron antiguos instrumentos de piedra y fósiles de homínidos”,
recapitula Lordkipanidze, director del Museo Nacional de Georgia. Se han
encontrado ya restos de, al menos, cinco individuos: un macho adulto de edad
avanzada y sin dientes; otros dos machos adultos, una hembra joven y un
adolescente cuyo sexo no se ha determinado.
El número
5 se descubrió en dos etapas de la excavación: la mandíbula en 2000 y el cráneo
cinco años después, pero los científicos están seguros de que casan a la
perfección, que son del mismo individuo, pese a la sorpresa de encontrarse con
un cráneo pequeño muy primitivo (el cerebro tendría unos 450 centímetros
cúbicos, frente a los 1.350 de la especie humana actual) y una cara algo más
moderna, aunque con el morro protuberante. Mediría entre 1,46 y 1,66 metros de
altura y pesaría entre 47 y 50 kilos.
En el
yacimiento, que aún se esta excavando, han aparecido piezas de industria lítica
que aquellos remotos humanos utilizarían para descarnar animales, y muchos
restos de plantas y fósiles de fauna, "incluidos los terribles tigres de
dientes de sable y un guepardo gigante extinguido", explica Ann Gibbons en
Science. "La confrontación con esas bestias sería corriente… y
peligrosa", añade. Los cinco homínidos de Dmaniasi se encontraron en
cavidades subterráneas que pudieron ser guaridas a las que los animales
arrastrarían sus presas. La zona, hace 1,8 millones de años, gozaba de un clima
templado y moderadamente húmedo.
Los
investigadores de Dmanisi, dadas las características de los fósiles, habían
propuesto una especie nueva para esos homínidos: Homo georgicus. Sin
embargo, cambian de interpretación al presentar el cráneo número 5, con lo que
agitan el debate científico internacional acerca de las primeras especies del
género Homo. Ellos afirman, primero, que entre los cinco individuos de Dmanisi
las diferencias que se aprecian no son mayores que las que hay entre cinco
personas actuales o entre cinco chimpancés.
Pero,
además, proponen que esta población georgiana tampoco es fundamentalmente
diferente de las africanas contemporáneas —o poco anteriores— que hasta ahora
se venían clasificando como diferentes especies (Homo habilis, Homo
rudolfensis y Homo erectus) dentro del género Homo. "Esto implica la
existencia de un único linaje evolutivo del Homo primitivo", afirman
Lordkipanidze y sus colegas; ellos engloban todas esas formas en una única
especie, H. erectus, incluyendo la población georgiana.
El cráneo
número 5 de Dmanisi en el yacimiento. / Georgian National Museum
"Este
nuevo cráneo confirma que los fósiles de Dmanisi son lo que parecen: una forma
primitiva del H. erectus, o mejor, de su variante africana más antigua,
que algunos llaman Homo ergaster", señala Juan
Luis Arsuaga, catedrático de Paleontología de la Universidad
Complutense y codirector de las excavaciones de Atapuerca. "Dicho de otro
modo, se trata de un australopiteco evolucionado, con capacidad craneal mayor,
pero con una cara todavía muy proyectada y muelas grandes". Pero ese mismo
espacio intermedio, por la morfología de los individuos, entre los
australopitecos y el H. erectus, lo ocupaban hasta ahora los fósiles
africanos agrupados en la especie H. habilis, continúa el experto
español. "Ahora, los investigadores de Dmanisi sostienen que H. habilis
(en África) y los fósiles georgianos son la misma especie y prefieren desterrar
el nombre de Habilis y adoptar el de Erectus. Me parece que es estirar
demasiado la especie H. erectus y que hay hueco para una forma
intermedia, el clásico H. habilis”, concluye Arsuaga.
Resumiendo,
Lordkipanidze y sus colegas sitúan sus fósiles en el mismo nivel evolutivo que
los primeros Homo africanos, de hace poco más de dos millones de años. "La
población de Dmanisi probablemente se originó a partir de una expansión a
partir de África del linaje H. erectus en el Pleistoceno Temprano",
concluyen. "Parece razonable asumir que hubo una única especie de Homo en
aquel tiempo en África y, dado que los homínidos de Dmanisi son tan similares a
los africanos, nosotros asumimos que ambos pertenecen a la misma especie",
explica Christoph Zollikofer, del Instituto y Museo Antropológico de Zurich
(Suiza), otro de los investigadores del equipo.
Así, el
cráneo número 5 de Dmanisi parece indicar que más que varias especies de Homo
ecológicamente especializadas, hay una solo capaz de desenvolverse en
diferentes ecosistemas.
Es una
propuesta controvertida y otro de los científicos del equipo, Philip Rightmire
(de la Universidad de Harvard) la califica de "pequeña bomba", según
recoge Gibbons. La verdad es que ni siquiera parece haber acuerdo entre los
científicos acerca de si los cinco individuos de Dmanisi son una única especie
o no, así que el estupendo cráneo número 5 se estrena abriendo una buena
polémica.
"Una
conclusión importante de la propuesta de Homo erectus como especie única
es que el patrón evolutivo es lineal en esa época y no ramificado", apunta
Arsuaga. "Es decir, que solo ha habido una línea evolutiva dentro del
género homo y no dos. Me parece que está por ver". En todo caso, continúa,
"el cráneo número 5 de Dmanisi es un fósil espectacular; solo hay otro
igual de completo (o incluso más) en el registro fósil: el cráneo número 5
[hasta el nombre coincide] de la Sima de los Huesos de Atapuerca".
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